La pestaña perdida

Iris y Aro lloraban en el prado.

—¿Qué os ha pasado?—

La verruga Verru

preocupada preguntaba.

Los ojos Iris y Aro lloraban por la pérdida de su pestaña

Que una pestaña ha volado

y no la encontramos.

—No os preocupéis, ya nacerá

otra pestaña tan pesada

como una castaña.

¡Queremos nuestra pestaña!

¡Sin ella no somos nada!

¡¡¡Dejad de llorar!!!

¡¡¡Dejad de buscar!!!

que otra pestaña nacerá

La verruga Verru algo ocultaba

mas una brisa sopló y la hizo

estornudar.

¡Atchis!

La verruga Verru también perdió su pelo, que era la pestaña perdida de Iris y Aro

Un pelo de la verruga de Verru

salió disparada,

mas resultó ser la pestaña

de Iris y Aro,

y tan rizada.

Autora: María José Vicente Rodríguez

Pitete el cometa

Pitete era un cometa al que le gustaba jugar a saltar de estrella en estrella. A Pitete le hacía mucha gracia cuando al acercarse a una estrella, ésta tomaba aire y más aire hasta que su tripa se inflaba tanto que cuando llegaba Pitete, rebotaba y era lanzado de estrella en estrella.

Todas temían la estela de Pitete, pues con un solo roce de su gran cola les hacía mucho daño, pero nunca se lo habían dicho al cometa.

Y así iba él, de estrella en estrella jugando y saltando.

Una noche, una estrella ya muy mayor, aún estaba adormilada y no vio a Pitete; no tomó aire, ni infló su tripa y por ello el cometa no rebotó. Cayó en ella y sin saber él lo que sucedería, hizo un agujero en el cuerpo de la estrella dejándola sin una patita.

   Una parte de Pitete se enfrió, porque las lágrimas de su tristeza no aguantaban el dolor de la estrella. Poco a poco fue menguando hasta quedar dormido.

—¡Despierta, niño! No te quedes en mi regazo y mira— le dijo la estrella señalando a una pequeña luz que brillaba, delante de ellos. —No estés triste, niño, que algo hermoso ha sucedido.

—¿Qué es? —Dijo Pitete secándose otra lágrima.

—Es un nuevo cometa que se ha creado con el golpe. Lo llamaremos Antón ¿Qué te parece?

—Me gusta mucho su nombre. ¿Por qué él no tiene cola como yo?

—Porque tiene que crecer, así eras tú hace muuuucho tiempo, pero no lo recuerdas. ¡Anda ve a jugar con él!

La estrella animó a Pitete que comenzó a brillar de nuevo con gran intensidad y marchó con su nuevo amigo.

—Correréis y viajareis por todo el universo. Ya me contareis lo que vais viendo, queridos niños.

Desde entonces, Pitete ya no juega a saltar de estrella en estrella, ahora juega con Antón a hacer carreras y bonitas piruetas.

Autora: María José Vicente Rodríguez

La caja de las aventuras

—Sofía, te invito esta tarde a mi casa a merendar, vendrá también Clara— dijo muy entusiasmada Alba, mientras las otras amigas daban brincos de alegría por la invitación.

Cuando Sofía llegó a casa de su amiga se quedó extasiada al ver toda la colección de Nancys y Barbies que tenía Alba.

—¡Pero esto es impresionante! Parece una tienda de juguetes. ¿Podemos jugar con las Nancys? Oh, me gusta muchísimo la que va disfrazada de sirena. Tú podrías ser Lucas y cuando llegue Clara que elija otra, ¿podemos, podemos, porfa? — Sofía le ponía caritas y se acercaba a Alba lloriqueando como un perrito.

Imagen de Alexas_Fotos en Pixabay 

—De eso nada, he pensado que podemos jugar a la Play y luego hacer videos de Tik Tok, yo elijo las canciones.

—Pero, ¿por qué no podemos jugar con las muñecas?

—Porque están muy chulas donde están, y jugar con ellas es un rollo.

Cuando llegó a casa Sofía, después de estar con sus amigas, estaba muy seria.

—Cariño mío, ¿qué te pasa? —Le preguntó su madre.

—Jamás me he aburrido tanto estando con mis amigas. Doce Barbies, ocho Nancys, siete LOL y hemos estado toda la tarde haciendo muecas con un móvil, bailando movimientos imposibles de hacer y comprando cosas para unos muñecos de un juego de la tablet  que se llama Toca Boca. ¡Un aburrimiento mamá, un aburrimiento!

Imagen de Kon Zografos en Pixabay 

—Pues hija, el sábado ya sabes que viene Alba a casa, sus padres nos la dejan porque tienen una comida importante y no la pueden llevar.

—Pues yo no tengo móvil, ni Tablet, tendrá que jugar conmigo a lo que siempre juego. Ya veremos qué pasa.

Cuando Alba llegó el sábado a casa de Sofía alucinó en colores.

—¿En serio tía que no tienes ni móvil ni tablet? ¡Pues podrías haberme avisado y me hubiera traído los míos, ¿ahora qué haremos?

—Pues jugar con “La Caja de las Aventuras”. — Sofía le enseñó una caja de madera muy grande decorada con los colores del arcoíris.

—¿Y qué es eso con tanto brilli brilli? — Alba señalaba la caja haciendo gestos muy exagerados con las manos.

En el interior de “La Caja de las Aventuras” había diferentes apartados con sobres de colores enumerados hasta el doce. En un lateral había dos dados cuyas caras estaban decoradas con dibujos de purpurina.  El uno era un unicornio; el dos eran lunas sonriendo, el tres, soles con los mofletes gorditos; y así cada cara era diferente.

—¡Oh que dados más bonitos, no había visto nunca unos así! — Alba los cogió entre sus manos observándolos y de inmediato el juego la atrapó— ¿Y qué hacemos con estos sobres?

La sonrisa de Sofía, de oreja a oreja, le iluminó la cara.

—Lanza los dados sobre el tapete que está aquí—. Sofía cogió una tela que estaba doblada debajo de lo dados y la extendió sobre la mesa. Las imágenes de las caras de los dados aparecieron sobre la tela en 3D y parecían que se movían. — Venga, tira.

—Vale, me ha salido un tres y un dos, ¿qué hago ahora?

—Coge el sobre con el número cinco y lo guardas. — Le contestó Sofía lanzando ella ahora en su turno. — Yo el doce. Venga abre el sobre tú primero.

Alba sacó del sobre nº 5 tres tarjetas:

Disfraz: pirata.

Aventura: buscas un tesoro.

Final: Tienes dos opciones a elegir: Encuentras el tesoro y te haces rica; No encuentras el tesoro y te apresan porque eres una pirata muy buscada por la policía.

Sofía abrió su sobre nº 12 y sacó sus tres tarjetas:

Disfraz: astronauta.

Aventura: buscas agua y plantas en otros planetas.

Final: Tienes varias opciones:

  • Encuentras agua;
  • Encuentras plantas comestibles;
  • Inventa nuevo final.

—Y ahora ¿cuál de las dos historias elegimos? — Preguntó Alba.

—No se puede elegir, tenemos que inventarnos una historia donde se incluyan las dos. Eso es lo divertido. Empecemos por disfrazarnos, ¿qué te parece? — Sofía estaba ya dando vueltas a su cabeza para intentar unificar las dos historias y tratar de buscar un nuevo final.

A las nueve de la noche los padres de Alba llegaron de su comida para recoger a Alba. Se quedaron sorprendidos al ver a su hija disfrazada de pirata astronauta, en su poder tenía una caja que llevaba escrito TESORO, en el interior había agua y una planta. Sofía, disfrazada de astronauta había encontrado plantas y agua en su nuevo planeta y había decidido unirse a la pirata Alba y negociar al mejor postor las coordenadas del nuevo planeta.

Autora: María José Vicente Rodríguez

FANNY Y NIKI

Fanny, de sobrenombre “La Exploradora”, montada en su vehículo descolorido y maltrecho, Niki, investigaba volando bajo sobre Aguas Santas. No buscaba nada en concreto, solo observaba cada hueco, cada forma, cada espacio que llegaba a su retina y procesaba la información con rapidez, como si de un robot se tratara.

Algo llamo su atención, un objeto brillaba sobre Aguas Santas.

—Niki, pósate con suavidad, necesito ver qué es eso que brilla tanto. —Ordenó a su vehículo, que se lanzó atropelladamente sobre la superficie. —Menos mal que he dicho con suavidad, sino nos matamos aquí mismo, eres una auténtica chatarra. A ver cuando puedo cambiarte por algo mejorcito.

—¿Y cómo quieres que te trate con suavidad si quieres cambiarme por algo mejor?

—Pues sí que estás susceptible hoy, si lo llego a saber le pido prestado a Jairo su Mik.

Niki abrió el techo y disparó del asiento a Fanny, lanzándola por los aires. 

—¡Ey, estás hoy peligroso! ¿Se puede saber qué te pasa?

—Que, ¿qué me pasa? ¿Cuándo voy a tomar un alimento apropiado para mí? ¡Estoy harto de mondas de patatas, naranjas y carne podrida! Necesito algo de fuel, una buena gasolina o diésel. También podrías cambiar mis circuitos y ponerme eléctrico, te saldría más barato, ¡me podría cargar con la luz del sol!

—Eso, y por la noche no podríamos salir.

—Fanny, eres una humana ignorante. Puedo guardar la energía que voy absorbiendo, la almaceno. ¿Tú qué crees que voy haciendo con las podredumbres que me vas dando? ¡Almaceno su energía!, porque me das poco alimento. Encima me tengo que racionar. Me das una miseria. —Niki estaba apoyado sobre las ruedas delanteras y agitaba sus pequeñas alas, riñendo con ellas a Fanny.

—Bueno, ya veré cuando tengo pasta y te cambio.

—¡¡¡¿Qué me cambias?!!! ¡¡¡A que te vas andando!!!

—Vale, vale, ¡anda toma una chocolatina!  A ver si te animas. —Fanny le lanzó el chocolate y Niki abrió su depósito y lo cazó al instante, triturándolo con suavidad.

—Eso si lo haces con delicadeza, ¿no? — Antes de que el otro contestara Fanny se dio la vuelta en dirección hacia el objeto brillante.

Fue despacio, tanteando el terreno, nunca se sabía lo que se podía encontrar en Aguas Santas. Se agachó y se deslizó por el suelo hasta llegar al lugar de donde provenía el brillo. Sacó un cuchillo de su mochila y dio un golpe seco sobre el terreno transparente que se abrió de golpe sin resquebrajarse, situaciones imprevistas solían suceder en Aguas Santas.

—Niki, acércate. Necesito que introduzcas tu tubo inyector y absorbas el objeto por esta abertura, no me fío de meter ahí dentro el brazo. 

—Claro, tú no te atreves y me pides que pierda mi tubo ¿no? —A pesar de las quejas, Niki no iba a permitir que Fanny corriera peligro alguno.

 Introdujo el inyector. Todo alrededor era líquido. Tomó una muestra y al instante lo analizó: era agua con un alto contenido en sodio.

—Fanny, todo esto está cubierto de agua muy salada, en un porcentaje muy elevado. La temperatura es la misma del exterior, no hay variación alguna. Cógelo. — Niki le dejó el objeto encima de la mano con mucho cuidado.

En unos segundos dejó de brillar.

—Qué extraño, ha dejado de brillar. —Fanny sacó un vaso de lata de su bolso y lo introdujo en el agujero llenándolo del agua salada y lo vertió poco a poco sobre el objeto; éste comenzó a lanzar pequeños destellos de luz verde.

Lo extraído del lugar era una figura rugosa con forma cónica, parecido a un huevo, con líneas horizontales y entre sus separaciones aparecían diferentes dibujos parecidos a las runas y símbolos egipcios. Fanny lo cogió por cada extremo y se giró al presionarlo. Bajó a la siguiente línea e intentó moverlo, pero el huevo no hizo nada.

—Fanny, está ya seco, el primer giro se ha realizado porque aún tenía restos de agua salada.

—Abre el maletero, por favor, voy a coger el cuenco Fíber. Es transparente y lo podemos llenar de agua y ver cómo reacciona esto, el mismo cuenco no dejará que escape ni una sola gota.

Fanny introdujo en el cuenco el objeto y lo llenó de agua, con las manos comenzó a girar el huevo por las líneas horizontales. Cada una de ellas emitía un color distinto, unos más brillantes que otros y emitían sonidos muy atrayentes con unas notas unas más agudas, otras más graves.

—Es un juguete muy bonito, ¿no crees Niki?

—Fa, fan, fann, Fanny, mírate— Niki le mostró el espejo y la muchacha pudo ver su reflejo todo cambiado.

Los pelos los tenía morados, los ojos se le habían vuelto naranjas y verdes, los brazos y piernas los tenía en tonos que iban desde celestes a los azules más oscuros y su cara era amarilla y gris. Todo su cuerpo estaba cubierto de multitud de ondas de todos los colores del arcoíris.

Cada color se asoció a un sonido y modificó el cuerpo de Fanny según la energía que emanaba de él.

—Niki, inténtalo tú, ¿podrás ser capaz?

El vehículo cogió el objeto con la punta de sus alas, que extendieron unos finos filamentos similares a la función de unos dedos, presionó con cuidado dentro del cuenco Fíber y comenzó a girar, pero ningún cambio se produjo. Por más que lo intentaba el huevo no se movía, ni emitía ningún sonido.

—Este objeto reacciona tan solo con los humanos, o al menos, al contacto con un ser vivo. —La voz de Niki sonaba un poco triste, —mírate, tu color empieza a desaparecer, no es duradero.

—Vamos a intentarlo los dos juntos, tú coges por una parte y yo giro por otra a ver qué sucede. —Intentó animarlo Fanny, —Pero antes déjame rociarte con un poco del agua salada.

Así lo hicieron, un giro a la derecha y otro a la izquierda y se creó una autentica armonía de sonidos que se reflejaron en el cuerpo de Fanny y en la carrocería de Niki. Pero algo más sucedió: Niki cambió por completo su aspecto; sus ruedas, alas y motor cambiaron por completo, ya no tenía nada que envidiar a los mejores y nuevos modelos de auto-aviones. Solo sintió mucha sed. Un tubo salió de su depósito y se introdujo en la abertura por donde habían recogido el objeto brillante, se sumergió y se llenó de aquel agua que le daba cada vez más resplandor.

—¿Qué te parece si lo llamamos Hovoluz? — Le preguntó Fanny a Niki con el objeto brillante sobre las manos.

—Como si te importara lo que a mí me parece.— Niki  le guiñó un ojo y le sacó la lengua.

—Después de todo, sigues siendo el mismo. —Fanny se abrazó muy fuerte al morro multicolor del auto-avión.

Autora: María José Vicente Rodríguez

Imagen: Pixabay

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